sábado

Medita, la maldita.

En algún punto el asunto se complica. Cuesta hacer arrancar la imaginación. Siendo bastante probable el hecho de que no hay nada que contar. Pero nos esforzamos, y la maldita termina saliendo.

Cuesta arrancar la imaginación de su anulación onírica.
Claro que el costo a pagar es alto. Allí radica su valor. El sudor, las lágrimas y la sangre vertidas a veces no sirven para nada.